JERUSALÉN, AÑO CERO.
Esta
canción de nuestro cantautor Silvio Rodríguez, poeta de alto vuelo, me
ronda desde hace días y, ahora, tomo estas palabras para tratar de
ENTENDER [y miren que una amiga entrañable e importante poeta cubana
radicada hace varios años en México me dice que, por idiosincrasia, los
cubanos siempre tenemos algo para opinar, pero bueno].
Hay heridas tan antiguas y profundas que, por más que uno las cuide, "todos
los golpes van a parar a ellas", como promulga el viejo refrán; o
siempre hay alguien para trastearlas, y sacar su tajada...
Hasta una Cena de reconciliación puede ver quebrada sus buenas intenciones.
Jerusalén año cero, testamentos; hebreos, católicos; va Judas, va Jesús
con su cruz. Muy de cerca los musulmanes.
Cruzadas, Fundamentalismos. Pasan los siglos y continúa la dispersión.
Luthero, además.
De Nuestra América (la nuestra, desde el Río Bravo hasta La Patagonia) uno
de sus próceres, el Benemérito Don Benito Juárez, expresa: "EL
RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ".
Sigue el tiempo atravesando senderos, con él los odios continúan su
acumulación, como capital, y para nada...: a la misma canasta van las
ansias de poder, de conquistas y saqueo.
Nuevo milenio, el más reciente: caen dos torres, gemelas por su semejanza
y simbolismo; y ahora una guerra de exterminio es tan preventiva como una
vacuna ["no le tires piedras al tejado de tu vecino, cuando el tuyo es
de vidrio", y a esto nadie es ajeno].
En la segunda guerra mundial las hordas naxifascistas intentaron
exterminar de la faz de la tierra a todos los judíos. A manera de amainar
tanto dolor y sacrificios [amén de las sumas a tras fondo]: "LA TIERRA
PROMETIDA" [¿eh, y Palestina?].
Y me pregunto ahora, a ver si ENTIENDO, ¿quién arremete contra quien?, ¿quién
trata de exterminar a quien?, ¿es acaso guerra prevención ante
dudas y/o deudas históricas?
¡Ah, verdad! que, en estos tiempos, los humildes solo tenemos mejillas;
para nada tenemos derecho, ni a defender lo poco que poseemos.
Perdonen mi ignorancia y simplicidad [así me quieren los dueños del mundo
para reiterarme los mismos cuentos, las mismas recetas]. Tal vez
y un día podríamos convivir géneros, razas, culturas, credos, con todo el
respeto y la armonía que necesitas Humanidad.